Mostrando entradas con la etiqueta mañana en roma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mañana en roma. Mostrar todas las entradas

lunes, 24 de noviembre de 2008

Un lunes

La mañana amaneció con el cielo despejado pero con tonos grises, envuelta en un sueño frío. Una niña de unos ocho años le esperaba jugando en el patio del antiguo convento. La verdad es que esperaba a Armando, su padre, para salir hacia el colegio. Eneas se presentó tímidamente y salió con ellos. Iban sin hablar. La niña caminaba a ratos casi de lado porque quería tener sus manos entre las de su padre. A los pocos metros entraron en un bar, pequeño, con las estanterías de madera y un pulular de gente que se agolpaba entorno al mostrador y al cajero. Un cappuccino oscuro y un cornetto integrale, pidió Armando. Ella tenía ya la cara llena de azucar tras el primer bocado de una ‘bomba’ rellena de crema. Eneas pidió un cappuccino, sin más. Aquel lugar era un templo y su bullicio parte de un culto celebrado inconscientemente en la mañana romana. Empleados encorbatados, dos policías municipales, un grupo de mecánicos con sus monos junto a otro de mujeres de unos 40 años, en una danza entorno a los cappuccini y los cafés servidos con mil variantes: al vetro, marrocchino, macchiato tiepido, ristrestto, corretto, orzo... Cada uno se mueve hacia el espacio de cada día, con sus movimientos y palabras rituales, conversaciones y gestos cotidianos, representando el papel de la transición a la vida civil. Aquel café tenía el ritmo y movimiento que encierra una colmena.
Al salir, pasaron por el mercado rional. En medio de los puestos de fruta y verdura el paso era difícil. La calle se había transformado de una tranquila via con coches en un lugar ocupado por las ‘bancarelle’. Armando compró para Marta una manzana y un plátano -la fruta era su merienda preferida- en el puesto de Gaetano. En la pared del fondo algo llamó la atención de Eneas. Era una pintada con frases en griego. El silencio de una pared recién pintada invita a los códigos secretos, a las declaraciones de efecto, de afecto o rabia. Nacen en un momento, para alguien o para algo, que pasa fugaz a su lado. Luego, son de todos y de ninguno, una parte más de la calle imponiéndose a la propiedad privada y los esfuerzos del Ayuntamiento por mantener limpias las fachadas.
Luego, Eneas se fijó en Gaetano. Con su cara de sueño y el pelo aún sin peinar ¿a qué hora ha entrado él en las termas del nuevo día con el rito cafetero? ¿Con el primer tram de las 5.00? En cada turno se van sumando diversos pobladores de las calles. Los que se incorporan a las 7.00 al apagarse las luces de las farolas, los de las 8.30 y los de las 9.30 confundidos con los de la primera pausa en el trabajo.
Siguen caminando. Ya están cerca de la escuela y se ven los colores fosforescentes del Scuola bus a pie. Marta mira a este extraño viajero al que acompaña su padre. Quiere ser simpática y le dice que hoy irá al Museo de Villa Giulia para ‘ver a los etruscos’. Después le contará, y se queda pensando qué hará él con su padre durante la jornada. Le da un beso a Armando, lo saluda con la mano mientras se coloca la pesada mochila. Un compañero de su clase pasa en ese momento, le da la mano y desaparecen tras el portal de la entrada. ¡Qué tengas un buen día! Cuántos saludos y reencuentros van marcando el tiempo de esta colmena.