Mostrando entradas con la etiqueta roma cementerio san lorenzo verano ungaretti. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta roma cementerio san lorenzo verano ungaretti. Mostrar todas las entradas

viernes, 7 de noviembre de 2008

El Verano de San Lorenzo

Se acercaba el tranvía. ¡El tres! gritó Armando, ante la aparición de aquel dragón color bombona de butano medio oxidada. Corrieron hacia la parada. Eneas iba en volandas. ¡Quién sabe cuándo pasaría el siguiente! No tenían billetes y Eneas se sentía preocupado. Iba de pie, aunque había asientos libres, para atenuar su sentimiento de culpa. Armando lo miraba divertido tranquilamente sentado. Al acercarse a una nueva parada Eneas se situaba cerca de la puerta dispuesto a bajar apenas viera un revisor. Y así pasaron 3 paradas. A la cuarta bajaron, terminando su suplicio.
Se encontraban en una especie de cruce de caminos, cables, vías y construcciones variopintas. A un lado algunos edificios de la universidad, al fondo, las casas bajas de S. Lorenzo, con miles de carteles, letras y colores. En frente una columna, demasiado pequeña para todo aquel espacio, con una imagen que parecía de juguete, a la que hacía de fondo la basílica de S. Lorenzo, tímida junto al gran muro del Verano: el cementerio monumental de Roma.Era una tarde fresca y clara con la suavidad del invierno romano. El sol bajo acentuaba el desorden que parece reinar en la arquitectura caprichosa del cementerio, duplicando en sombras los mil perfiles como un barroco improvisado. Ante la igualdad radical de la muerte nos empeñamos en seguir dejando nuestra huella personal que quizás alguien reconozca y envíe a la memoria de los que siguen en el tiempo. Así el escultor Lombardi quiso recordar a su mujer, elegante y ‘di forme bellissima’ cuando abrazaba a su hijo. ¿Crueldad o imagen que crea sentimientos, memoria, palabras que desempolvan el poso de la vida sobre la fría piedra? Eneas ha ido con pie seguro entre los mil laberintos. Sabía que allí estaba enterrado uno de los poetas que más había leído pues le gustaba a su profesor de italiano. Lo declamaba de memoria, como un rapsoda que tenía las palabras y su ritmo dentro. Ahora recordaba uno de sus poemas. Sus sentimientos lo traían a la memoria diciéndole que eran palabras suyas o al menos para él:
Sono un uomo ferito.
E me ne vorrei andare
E finalmente giungere,
Pietà, dove si ascolta
L'uomo che è dolo con sé.
Non ho che superbia e bontà.
E mi sento esiliato in mezzo agli uomini.
Ma per essi sto in pena.
Non sarei degno di tornare in me?
Ho popolato di nomi il silenzio.
Ho fatto a pezzi cuore e mente
Per cadere in servitù di parole?
Regno sopra fantasmi.
O figlie secche,
Anima portata qua e là...
No, odio il vento e la sua voce
Di bestia immemorabile.
Dio, coloro che t'implorano
Non ti conoscono più che di nome?
M'hai discacciato dalla vita.
Mi discaccerai dalla morte?
Forse l'uomo è anche indegno di sperare.
Anche la fonte del rimorso è secca?
Il peccato che importa,
Se alla purezza non conduce più.
La carne si ricorda appena
che una volta fu forte.
E' folle e usata, l'anima.
Dio, guarda la nostra debolezza.
Vorremmo una certezza.
Di noi nemmeno più ridi?
E compiangici dunque, crudeltà.
Non ne posso più di stare murato
Nel desiderio senza amore.
Una traccia mostraci di giustizia.
La tua legge qual è?
Fulmina le mie povere emozioni,
Liberami dall'inquietudine.














'He poblado de nombres el silencio.’ La temprana noche está llegando y Armando le recuerda que tienen que salir del cementerio del verano. Sus pobres emociones y su inquietud se han calmado viendo el lugar desde donde Ungaretti sigue gritando sin voz. Recorren las calles de esta otra ciudad sin ventanas buscando la salida.